las intermitencias de la vida es un lugar donde posar las pequeñas tragedias de lo cotidiano.. Donde uno se puede desnudar en la más profunda intimidad, dejar una parte del pasado sin rituales, sin protocolos ceremoniosos, sin coronas de flores secundando las palabras. Porque no es necesaria la inmortalidad de los recuerdos si lo que hacemos es morir cada día, porque no importan las imágenes colectivas si no existe la purga inmemorial del pensamiento encarcelado.
lunes, 27 de septiembre de 2010
en la soledad de los domingos vacíos
Semidesnudo, tan solo cubierto por un par de hojas de cristal para los otros. Sentado en un viejo sillón verde, veo pasar la vida. Al otro lado, la felicidad amenazada por las tragedias de lo cotidiano; las bajas pasiones de cuerpos circulantes, vacíos de sentimientos a la buena de Dios. Desde mi soledad, esas pasiones son intuídas como extrañas, no existen en cuanto que no son compartidas. Aquello que no se comparte no existe detrás de estos cristales, es una máxima detrás de estos cristales. Mis pensamientos no viajan más allá de estas cuatro paredes que de alguna manera que no logro entender, me cobijan. Has estado allí Luka. Sabes de lo que estoy hablando. Una tarde te perdiste en mi casa, llegaste huyendo, buscando el calor que nadie te daba, tu mirada era lángida, tu cuerpo ahuyentaba a cualquier depredador hambriento, un puñado de huesos, una enfermedad incurable te manejaba y hoy todavía convive contigo. Saciaste tu hambre, devoraste todo lo que se te ofrecía y saliste por la misma puerta por la que entraste. Es ahora Luka, cuando semidesnudo, tan solo cubierto por un par de hojas de cristal para los otros.
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