Entre latido y latido, en ese instante en el que morimos para renacer con el siguiente latido, en la intermitencia de la vida, un huracán se desata en mi cabeza, todo lo que no hice, todo lo que no compartí. Y en ese instante se que no somos más que lo que hemos compartido, lo que hemos dejado en otros de nosotros. Y ese instante pasa y entre latido y latido de nuevo el huracán.
las intermitencias de la vida es un lugar donde posar las pequeñas tragedias de lo cotidiano.. Donde uno se puede desnudar en la más profunda intimidad, dejar una parte del pasado sin rituales, sin protocolos ceremoniosos, sin coronas de flores secundando las palabras. Porque no es necesaria la inmortalidad de los recuerdos si lo que hacemos es morir cada día, porque no importan las imágenes colectivas si no existe la purga inmemorial del pensamiento encarcelado.